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“Siempre he hecho lo que creo que tenía que…

Donostian, 2024ko urriaren 28an Sustrai Colinak Elena Barrena Osorori egindako elkarrizketa.

¿De dónde te viene esa pasión por la historia? No se oye a muchos niños decir que quieran ser historiadores…

Creo que, como todo, hay que situarlo en el contexto. Yo no sentí una vocación. Fue algo que fue llamándome la atención a lo largo de mis estudios. Deseche el mundo de las ciencias, porque no me decían nada. Mejor dicho, tuve la tentación de estudiar farmacia, pero la química se me daba muy mal y no me metí en la boca del lobo. En el mundo de las humanidades, a finales de los años 1960, nació el ansia por conocer el pasado. Sospechábamos que lo que nos habían contado era muy poco y además no era así. Adentrarme en lo desconocido me suscitaba mucho interés.

¿Tenias una motivación política?

No, el mundo de la política no me ha atraído nunca. En aquel momento tampoco tenían las posiciones una definición tan clara. Mi motivación era mucho más básica, más elemental, el descubrir lo desconocido, intentar conocer lo que no sabíamos. Ese ha sido el hilo que ha marcado mi carrera académica.

¿Cuándo te diste cuenta de que la historia no era algo inamovible?

Bastante tarde. Creo que descubrir que la historia no está ahí como una cueva inmóvil para que la encontremos ha sido un descubrimiento tardío. La historia la hacemos hoy, la creamos nosotros mismos, es nuestro recuerdo apoyado en datos sólidos. A mí, sin embargo, en la carrera, nunca me plantearon la historia así. Yo creo que hasta mis profesores pensaban que la historia estaba ahí para que nosotros la descubriéramos. El cambio de filosofía ha sido drástico. Es verdad que había historiadores, sobre todo franceses, que decían que toda historia era contemporánea, porque era la creación que nosotros hacíamos del pasado con unas condiciones, unos determinantes, para que sea ciencia histórica y no un recuerdo personal. Eso puede ser muy subjetivo, pero la historia no deja de tener una subjetividad importante, de ahí que sea tan fácil manipularla y que tantos gobiernos se empeñen en cambiar leyes de Educación. Es un campo muy manipulable que puede crear mucha ideología o mucha rebeldía.

¿Se da cuenta la sociedad de que la historia se puede reescribir todos los días?

No, no hemos llegado a ese punto. Parece que todavía los libros de historia son Wikipedia, el almacén de la información, el ordenador de datos. No caer en la cuenta de que la historia consiste en la interpretación de esos datos inclina la balanza hacía el lado del poder.

¿Qué peso tiene el poder en la construcción de esa narración histórica?

Muchísimo y lo sabe. De ahí surgen los grandes debates políticos sobre lo que han sido hechos históricos. De la misma forma, cambiar las leyes de Educación es un arma política muy importante. El poder siempre ha tenido interés por acaparar la interpretación histórica.

¿El historiador siente la presión del poder?

No, porque para poder acaparar la interpretación histórica, lo que no hace falta son científicos. No hay una valoración social por el historiador. Cuando hablamos de historiadores no estamos hablando de aficionados por la historia que publican reescrituras de datos que han leído. Eso no es hacer historia, es hacer una crónica del pasado. Una formación histórica no consiste en saber muchas cosas, sino saber poner cada dato en su contexto. Nadie se atrevería a escribir teorías como las que se publican en historia en ámbitos como la física o las matemáticas, pero la historia es muy manipulable.

En los años 80, joven madre, ¿qué te empujo hacia una tesis doctoral?

Por un lado, la motivación mencionada anteriormente de aclarar lo desconocido. Eso es investigación, es descubrir algo que parece que alumbra desde tu perspectiva siendo consciente de que tu mundo puede ser mentalmente diferente. Me atraía mucho acercarme a esos mundos diferentes. Por otro lado, cuando yo terminé la carrera, no había otra salida profesional que la docencia. Empecé a trabajar en la universidad y la carrera académica no se entiende sin el doctorado.

Supongo que, en aquellos años, el mundo académico sería muy masculino.

Tengo una anécdota que no pasa de eso pero que creo que explica la situación. Llevaba unos años trabajando en la universidad y estaba embarazada de mi primera hija. No estábamos dadas de alta en la seguridad social y digo dadas porque ninguna mujer lo estaba. Entonces yo fui al jefe de personal argumentándole que quería estar de alta en la seguridad social y la respuesta fue: “¡eso al marido!”. Todo te afecta desde la base de que no tienes un reconocimiento incluso de tus derechos más elementales como trabajadora. Dicho esto, no se concebía muy bien que los cargos de responsabilidad y las promociones no fuesen para los hombres.

Volviendo a tu tesis doctoral, trataste el significado de Iputza.

Caro Baroja ya había avanzado algo, no sobre Iputza, pero sí sobre ciertos topónimos que encerraban ese mismo significado que hacían alusión a un jefe de la comunidad. Yo lo asocié con Iputza y es muy significativo que el primer documento escrito que tenemos sobre este territorio recoja la forma Iputza asociado a una mujer. ¿Por qué aparece en 1025 ese documento? No sería el primer documento escrito, pero sí el primero que tenemos conservado. ¿Es tan raro en una cultura oral? Lo que nos descuadra es la propia definición de la historia. Si la historia consiste en el recorrido de la humanidad desde que tenemos documentos escritos, las culturas orales quedan marginadas. Mi trabajo consistió en situar todo eso en un contexto para mí conocido pero muy difícilmente reconocible para un historiador que provenga de una cultura latina.

Tu director de tesis, José Ángel García de Cortázar, subrayaba que era una tesis poco común que podía ser un punto de partida para una discusión científica sobre la creación de los espacios históricos en el norte de la península.

Es cierto, estoy con él. Creo que el mismo se sorprendió que con tan poco documento escrito, pero, a la vez, con tanta atención a otras ciencias auxiliaren de la historia, llegásemos a conclusiones que nos permitían analizar las características de Gipuzkoa que son también atribuibles a otros territorios no latinizados en su momento. Gracias a ese trabajo, me di cuenta de que la creación de Gipuzkoa fue causa y resultado del proceso histórico medieval y que las personas, en vez de sentirse y presentarse como parte de una comunidad, comenzaron a presentarse como parte de un territorio.

¿El feudalismo tiene alguna influencia?

Claro, pero habría que desgranar el feudalismo en muchos componentes y muchas fases. Si empezamos por lo más elemental que es la vinculación de una persona con un superior, estaríamos de acuerdo al afirmar que aquí también se ha dado. Por otro lado, los poderes, aunque sean locales, son obviamente los que dirigen la tendencia. Pero en eso, el sistema feudal no es muy diferente de todos los demás. En nuestro caso, la especificidad consiste en que las figuras que ostentaban el poder ni ostentaban las mismas formas de poder ni el mismo poderío.

Siempre has intentado, en tus trabajos, dar una dimensión espacial a los sujetos políticos. ¿Por qué es el territorio tan importante para ti?

Porque creo que es, si se me permite decir, la gran revolución de los siglos del centro de la Edad Media. Hay una fase en la que se crea al individuo, al que se le separa de su grupo familiar y empieza a ser el sujeto. En los tiempos medievales, sobre todo altomedievales, la unidad social era la familia. Entonces, los miembros de la familia eran como los miembros del cuerpo humano. Pasar de ahí a una sociedad que admitía un poder sobre la tierra y los hombres que la habitaban fue la base de toda una revolución.

A partir de tu tesis doctoral, estamos en la obligación de considerar el territorio como una identidad histórica y una entidad política que aparece y desaparece.

Los territorios no nacieron con la última glaciación. Los territorios se crean y se recrean. No hay ningún territorio que tenga una fecha concreta de nacimiento ni vaya a tener una fecha concreta de defunción. Los territorios son fruto de los sistemas socio-políticos que forman el paradigma de cada momento. Cuando la tierra comienza a ser fuente de riqueza el poder proviene del dominio de las técnicas agrícolas. Eso permite extraer rendimiento de la tierra y normalizar las relaciones comerciales. Con eso quiero decir que hacen falta bastantes líneas de transformación que confluyan para que se dé un cambio cualitativo. En ese sentido, a pesar de su imagen casi estática, me atrevo a decir que la Edad Media es la época más revolucionaria. Muchos me dirán que el contenido y las consecuencias de las revoluciones actuales no tienen parangón, pero tampoco lo tuvieron muchos cambios que se dieron en la Edad Media. Imagínate a cualquier baserritarra cambiando manzanas por monedas que ni reconoce ni sabe el valor que tienen. Asentar la confianza en el comercio supuso un cambio drástico. Hoy en día nos parece normal vender o comprar algo valioso porque tenemos toda una cultura y unas instituciones que arropan eso. En la Edad Media no había instituciones, no había una cultura comercial. Para entender la dimensión de la historia, la dimensión de cada época, hay que llegar al fondo de cada cuestión.

Al margen de tu trabajo de investigación, no podemos omitir tu carrera en la universidad. Como docente, creaste escuela.

Para mi es desconocido, no he tenido conciencia de haber creado ninguna escuela en ningún sitio. He intentado inculcar mi manera de ver las cosas, nada más. Ahora, hemos pasado de la enseñanza al aprendizaje, se trata de que el alumno aprenda. Creo que eso lo he intuido siempre. Reconozco haber hecho trabajar bastante a los que aprobaban; a los que no, no había manera de moverlos. Quizás otros profesores se subían a la tarima y contaban su historia. Yo tenía otro grado de exigencia, pedía trabajo y esfuerzo, procuraba que los alumnos aprendiesen. Eso sí, todos decían que era muy dura, que suspendía mucho. Yo, sin embargo, tengo la conciencia muy tranquila y no creo que haya suspendido a nadie que no se lo merecía. Es más, he tratado de premiar y de hacer ver lo bien que trabajaban algunos, bien con la nota bien con el trato.

¿Eran tiempos en los que la mayoría se dedicaba a la enseñanza?

Sí, el verdadero vuelco se dio cuando yo ya empecé a dedicarme a otras funciones de gestión dentro de la universidad. Aún y todo, dentro de la enseñanza, creo que todo el mundo se pregunta “¿para qué diantres hago esto?” y de la respuesta depende tu forma de enseñar. Si lo haces para ganarte única y exclusivamente el sueldo, vas, cumples con tu función y ya está. Pero si quieres que tus alumnos empiecen a moverse en este mundo…La historia es un gran espacio para desarrollar el pensamiento sistémico. Eso vale para cualquier ámbito de la vida.

También fuiste decana, en una época complicada, donde tuviste que reinventar la facultad.

Sí, fueron años muy complicados. Ni los quiero recordar. Creo que hubiera ganado bastante en salud sin esos años. El papel lo aguanta todo, puedes hacer muchos croquis, tener muy buenas ideas, pero si el grupo, el claustro, no te acompaña…Hicieron falta muchos esfuerzos y sacrificios para cambiar la facultad. No todo el mundo es participe de tu visión, no todo el mundo pone las mismas cuestiones en primera línea…Fueron años tremendamente duros en lo profesional y en lo personal. Fueron años que coincidieron con problemas personales y familiares. Quizás eso agravó mi sensación de años duros. Llevar a cabo una reconversión, aunque sea en la familia, es muy duro, y si cada uno es de un padre y de una madre…

Sin embargo, muchos destacan de tú labor, tú compromiso, responsabilidad y servicio. Son valores que no tienen nada que ver con el poder.

Creo que hay que distinguir entre poder y autoridad. A mí el poder no me ha interesado nunca; si lo hubiera buscado, hubiera cogido otros caminos. Por eso, cuando hablo de autoridad no me refiero a una autoridad de orden y mando, sino a un respeto como persona. No puedes estar en cargos de gestión sin autoridad, pero para tenerla te la tienes que ganar. Si no estás comprometida con tu propio plan, si no respetas otras opciones y si no sirves para nada no tienes solución. No sé porque se destaca la vocación de servicio en los puestos de responsabilidad, yo me voy a cocinar o a ayudar a una vecina con la misma vocación. Pero no te voy a mentir, he visto gente que asumía un cargo para ponerse la medalla y pasar el resto del tiempo diciendo que estaba muy ocupada.

Cuando accediste a los cargos de responsabilidad, ¿la universidad seguía siendo un mundo muy masculino?

Había cambiado pero seguía pesando el hecho de ser mujer. Sin embargo, mi antecesora en el cargo fue mujer, la antecesora de la antecesora también…Yo creo que muchos pensaban que había carreras de hombres y carreras de mujeres. Las materias que se consideraban más cruciales, como la economía, estaban regentadas por hombres, y las humanidades podían cederse a las mujeres.

¿Qué balance haces de esos años?

Estoy satisfecha porque siempre he hecho lo que creo que tenía que hacer: ni me he acobardado, ni me tirado para adelante. Sinceramente, creo que ese trabajo ha dado frutos sobresalientes, no por mi mérito, sino por aquellos que como esponjas han sabido absorber lo que se les abría de par en par. Por otro lado, como docente y como gestora, reconozco equivocaciones muy importantes, pero en aquellos momentos con aquellos condicionantes y determinantes, volvería a hacer lo mismo.

¿Y en lo personal?

Estoy un poco apesadumbrada por haber dado tanto espacio a lo profesional, restando atención a lo familiar. Creo que ha sido y que es todavía un dilema que tenemos que sortear la mayoría de las mujeres, pero en aquellos años en los que no existían guarderías, en los que no se concebía que las labores domésticas no fuesen exclusivamente femeninas, el dilema pesaba mucho. Equilibrar una dedicación tan absorbente como es la académica con tener hijos y vivir en familia oscilaba entre lo difícil y lo calamitoso.

¿Los años de gestión te han quitado años de investigación?

Claro y no te voy a engañar, me pesó y me sigue pesando. Es seguramente uno de los motivos por el que, ahora de jubilada, no he seguido el camino de la investigación y de la publicación. Dedicarte de lleno a la gestión no te da ni tiempo material ni espacio mental para dedicarte a la investigación y la investigación te exige estar al día, actualizarte constantemente. Por eso, cuando has estado en cargos de gestión, la vuelta a la investigación, incluso a la docencia, es muy costosa, porque todo avanza en todos los campos y solo el hecho de ponerte al día supone un sobresfuerzo.

*Irudiaren jatorria Historia de las vías de comunicación en Gipuzkoa Elena Barrena Osororena